Andrea Y. Galíndez

Bitácora Random de Cerritos y más


Hambre

Tengo hambre, el hueco en mi estómago es un agujero negro en el que me hundo cada vez que intento levantarme.

No quiero marearme, si hay algo que odio de todo esto es sentirme débil pero me convenzo de que lo vale.

Las curvas de mi cuerpo comienzan a aplanarse, apretándose a mis huesos

Quizás cuando no queden más curvas, ni grasa, ni carne, por fin me sienta más YO misma. Puede ser que entonces me sienta bien, cuando la piel se ajuste más cerca de mí, y se vea lo que hay debajo.

No voy a necesitar decirlo?

Van a entender todo eso que está mal en mí?

Me subo a la balanza, sonrió porque hoy existo un poco menos (exactamente 1,7 kg), ocupo menos espacio, no estorbo tanto como ayer.

Reviso el diario de calorías que llevo desde que decidí achicarme.

Tomo un vaso de agua, fumo un cigarrillo, mastico una galleta y la escupo,

me lavo los dientes, pero el hambre es un gusto que no se quita y no está solo en la lengua.

Trato de convertir mi cuerpo en una delgada línea que me divida con el mundo, que los acuse, y refleje esta incomodidad que cargo dentro, con todo lo que me pesa.

Pero tengo hambre.

Sueño con comer, odio a mis vecinos porque el pasillo huele a pan recién horneado y siento la boca amarga y se me retuercen las tripas

He convertido mi casa en mi cueva del terror repleta de espejos que me devuelven una criatura triste. En el fondo sé lo irónico que es desear que alguien me vea cuando sólo me ocupo en desaparecer

Knock knock

La puerta, no abro, no dejo entrar a nadie a mi vida porque descubrí que así obtengo mi superpoder: soy invisible… cuando estoy sola.

Knock knock

De vuelta. Me acerco a la mirilla y veo que es la vecina, la del olor a pan

Veo que vé las sombras de mis pies bajo la puerta <fuck>

Mira por la mirilla y el ojo de pez la deforma de manera un poco cómica.

La invisibilidad de pronto comienza a resquebrajarse

Me pregunto si ella es la red que necesito para dejarme caer. El agujero en mi estómago me grita que haga silencio y me aleje de la puerta, pero sería tan fácil solo dejarla entrar.

Y si es verdad eso que dicen por ahí, que al final de los cuentos te salva un príncipe azul, pero en la vida real, la que te rescata es una amiga?



Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar